Escuelas
y Disciplinas Esotéricas
Nuestra
segunda pregunta se relaciona con el trabajo de las escuelas o "disciplinas"
esotéricas, como a veces se las denomina, y el entrenamiento
y la protección de los aspirantes que trabajan en ellas.
Ante
todo, quisiera aclarar un punto. El gran obstáculo para el
trabajo de la mayoría de las escuelas esotéricas,
en la actualidad, es su sentido de la separatividad y su intolerancia
para otras escuelas y métodos. Los conductores de dichas
escuelas deben asimilar el hecho siguiente: Todas
las escuelas que reconocen la influencia de la Logia Transhimaláyica
y cuyos trabajadores están vinculados, consciente o incons-cientemente,
con los Maestros de Sabiduría, tales como el Maestro Morya
o el Maestro K. H., constituyen una escuela y parte de una "disciplina".
Por lo tanto, no existen esencialmente conflictos de intereses,
y en [i16] el aspecto interno -si actúan de alguna manera
en forma eficaz- las diferentes escuelas y presentaciones son consideradas
como una unidad. No hay diferencia básica en la enseñanza,
aunque la terminología empleada pueda variar y la técnica
del trabajo sea fundamentalmente idéntica. Si el trabajo
de los Grandes Seres debe ir adelante, como es de desear en estos
días de tensión y necesidad mundiales, es imperativo
que los diferentes grupos empiecen a reconocer la verdadera unidad
de su meta, guía y técnica, y sus conductores comprendan
que el temor hacia los otros conductores y el deseo de que su grupo
sea numéricamente el más importante, predispone al
frecuente empleo de las palabras, “ésta es una disciplina
diferente” o “su trabajo no es el mismo que el nuestro”.
Tal actitud obstaculiza el verdadero desarrollo de la vida y la
comprensión espirituales, entre los innumerables estudiantes
reunidos en las numerosas organizaciones externas, contaminadas
en la actualidad por “la gran herejía de la separatividad”.
Los conductores y miembros hablan en términos de “nuestra”
y “vuestra”, de “esta disciplina” y de “aquella”,
que este método es el correcto (generalmente el propio) y
el otro quizás sea correcto, pero probablemente dudoso o
sino, positivamente erróneo. Cada uno considera que su propio
grupo está específicamente consagrado a él
y a su método de instrucción, [e20] y amenaza a los
miembros con terribles resultados si colaboran con miembros de otros
grupos. En cambio, deberían reconocer que los estudiantes
de escuelas análogas, que trabajan bajo los mismos impulsos
espirituales, son miembros de la escuela una y están vinculados
en una unidad subjetiva básica. Llegará el momento
en que estos diversos grupos esotéricos, actualmente separatistas,
tendrán que proclamar su identificación, cuando los
conductores, trabajadores y secretarios, se reúnan y aprendan
a conocerse y comprenderse. Algún día tal reconocimiento
y comprensión los llevará al punto en que procurarán
complementar los esfuerzos de cada uno, intercambiar ideas y constituirán,
en verdad y de hecho, una gran escuela de esoterismo en el mundo,
con diferentes clases y grados, pero todos ocupados en la tarea
de entrenar aspirantes y prepararlos para el discipulado, o en supervisar
el trabajo de los discípulos que se preparan [i17] para recibir
la iniciación. Entonces cesarán las tentativas actuales
de obstaculizarse el trabajo mutuamente, mediante la comparación
de métodos y técnicas, la crítica y la difamación,
la prevención y el cultivo del temor y la insistencia sobre
la exclusividad. Estas actitudes y métodos obstaculizan en
la actualidad la entrada de la luz pura de la verdad.
Los aspirantes
de estas escuelas presentan un problema diferente del psiquismo
y la mediumnidad comunes. Estos hombres y mujeres se ofrecieron
para el entrenamiento intelectual y se sometieron a un proceso forzado,
destinado al pleno florecimiento del alma en forma prematura, a
fin de servir a la raza, más rápida y eficazmente,
y colaborar con el plan de la Jerarquía. Dichos estudiantes
se exponen a peligros y dificultades que se hubieran evitado, eligiendo
el camino más lento y análogamente más seguro.
Este hecho debería ser comprendido por todos los estudiantes
de esas escuelas, y el problema cuidadosamente explicado al aspirante
que ingresa, para estar alerta y adherirse cuidadosamente a las
reglas e instrucciones. No debería permitírsele temer
y tampoco negarse él a ser sometido a este proceso forzado;
debería ingresar con los ojos totalmente abiertos y aprender
a valerse de las protecciones ofrecidas y de la experiencia de los
estudiantes más antiguos.
En
todas las escuelas esotéricas, el énfasis es puesto
necesaria y correctamente sobre la meditación.
Técnicamente hablando, la meditación es el proceso
por el cual el centro coronario despierta, se lo controla y utiliza.
Cuando esto sucede, el alma y la personalidad se coordinan y fusionan,
y tiene lugar la unificación que produce en el aspirante
una enorme afluencia de energía espiritual, energetizando
todo su ser para que entre en actividad, trayendo a la superficie
el bien latente y también el mal. Aquí reside gran
[e21] parte del problema y del peligro. Por eso la insistencia de
tales escuelas verdaderas, sobre la necesidad de que haya pureza
y veracidad. Se ha insistido demasiado en la necesidad de pureza
física y no suficientemente en la necesidad de evitar todo
fanatismo e intolerancia. Estos dos defectos obstaculizan al estudiante
mucho más [i18] que la dieta errónea, y nutren los
fuegos de la separatividad más que cualquier otro factor.
La meditación
implica vivir una vida enfocada cada día y siempre. Esto
impone forzosamente una indebida tensión a las células
del cerebro, porque entran en actividad las células pasivas,
y despierta la conciencia cerebral a la luz del alma. Este proceso
de meditación ordenada, cuando se lleva a cabo durante un
período de años, complementado por la vida meditativa
y un servicio concentrado, despertará exitosamente todo el
sistema y pondrá al hombre inferior bajo la influencia y
el control del hombre espiritual; además despertará
los centros de fuerza en el cuerpo etérico y estimulará,
para entrar en actividad, esa misteriosa corriente de energía
que duerme en la base de la columna vertebral. Cuando este proceso
sea llevado adelante con cuidado y con la debida protección
y dirección y cuando el proceso se extienda durante un largo
lapso, se aminorará el peligro y el despertar tendrá
lugar en forma normal y de acuerdo a la ley del ser. No obstante,
si la sintonización y el despertar es forzado, o llevado
a cabo por ejercicios de distintos tipos, antes de que el estudiante
esté preparado y los cuerpos coordinados y desarrollados,
entonces el aspirante va directamente al desastre. Los ejercicios
de respiración o entrenamiento de pranayama, no deberían
emprenderse sin una guía experta y sólo después
de años de dedicación, de devoción y servicio
espirituales; la concentración sobre los centros que existen
en el cuerpo físico (con la intención de despertarlos)
debe evitarse siempre, pues provocará el sobreestímulo
y abrirá las puertas al plano astral, que el estudiante tendrá
dificultad en cerrar. Nunca insistiré demasiado a los aspirantes
de todas las escuelas ocultistas que para este período de
transición se recomienda la yoga de la intención enfocada,
del propósito dirigido, de la constante práctica de
la Presencia de Dios y de la meditación regular ordenada,
practicada sistemática y constantemente durante años
de esfuerzo.
Cuando
esto se efectúa con desapego y va acompañado por una
vida de servicio amoroso, el despertar de los centros y la elevación
del adormecido fuego kundalínico tendrá lugar sin
peligro y con cordura, y todo el sistema será llevado a [i19]
la requerida etapa de vivencia. No puedo evitar de precaver suficientemente
a los estudiantes contra la práctica de los intensos procesos
de meditación durante horas, o contra las prácticas
que tienen por objetivo la elevación de los fuegos del cuerpo,
el despertar de un centro [e22] determinado y el movimiento del
fuego serpentino. El estímulo mundial general es tan grande
en este momento y el aspirante común es tan sensible y sutilmente
organizado, que la excesiva meditación, la dieta fanática,
el cercenamiento, de las horas de sueño o el indebido interés
en la experiencia psíquica y su énfasis, romperá
el equilibrio mental y producirá a menudo un daño
irreparable.
Que los
estudiantes de las escuelas esotéricas se dispongan a realizar
un trabajo firme, tranquilo y no emocional. Que se abstengan de
horas de estudio y de meditación prolongadas. Sus cuerpos
son todavía incapaces de mantener la tensión requerida
y sólo se perjudican a sí mismos. Que lleven vidas
normales de trabajo y recuerden, en la presión de los deberes
y servicios diarios, quiénes son ellos esencialmente y cuáles
son sus metas y objetivos. Que mediten regularmente cada mañana,
empezando con un período de quince minutos, no excediendo
nunca los cuarenta. Que se olviden de sí mismos al servir
y que no concentren su interés sobre su propio desarrollo
psíquico. Que entrenen sus mentes con una medida normal de
estudio y aprendan a pensar inteligentemente, de manera de equilibrar
sus emociones y permitirles interpretar correctamente aquello con
lo que entran en contacto a medida que aumenta su percepción
y se expande su conciencia.
Los
estudiantes deben recordar que no es suficiente tener devoción
al Sendero o al Maestro. Los Grandes Seres buscan colaboradores
y trabajadores inteligentes, más que devoción a Sus
Personalidades, y al estudiante que camina independientemente a
la luz de su propia alma lo consideran un instrumento en el cual
se puede confiar, más que en un fanático devoto. La
luz de su alma le revelará al aspirante serio la unidad que
subyace en todos los grupos y le permitirá eliminar el veneno
de la intolerancia que contamina y obstaculiza a tantos; le hará
reconocer los fundamentos espirituales que guían los pasos
de la humanidad; lo obligará [i20] a pasar por alto la intolerancia,
el fanatismo y la separatividad que caracterizan a las mentes pequeñas
y al principiante en el sendero, y lo ayudará a amar en tal
forma que comenzará a ver con más veracidad y ampliará
su horizonte; le permitirá estimar en verdad el valor esotérico
del servicio y le enseñará sobre todo a practicar
esa inofensividad que es la cualidad sobresaliente de todo hijo
de Dios. La inofensividad que no pronuncia ninguna palabra que perjudique
a otra persona, que no tiene ningún pensamiento que envenene
o produzca un malentendido, y que no efectúa ninguna acción
que pueda herir al más insignificante de sus hermanos –virtud
principal que permitirá al estudiante esotérico hollar
sin peligro el difícil sendero del desarrollo. Cuando se
acentúa el servicio al semejante y la tendencia de la fuerza
vital se exterioriza [e23] hacia el mundo, entonces no existe peligro
y el aspirante puede meditar, aspirar y trabajar sin riesgos. Su
móvil es puro y trata de descentralizar su personalidad y
apartar de sí mismo el foco de su atención, dirigiéndolo
al grupo. De esta manera, la vida del alma puede afluir a través
suyo y expresarse como amor hacia todos los seres. Sabe que es parte
de un todo y la vida de ese todo puede afluir conscientemente a
través de él, conduciéndolo a la comprensión
de la hermandad y de su unicidad en relación con todas las
vidas manifestadas.
[AAB.
La Exteriorización de la Jerarquía. pp. 19-23]
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