El Discipulado Consciente según la Tradición Transhimaláyica


La Sociedad de Mentes Iluminadas y Organizadas

Manifesté claramente a A. A. B., hace unos años (como lo hizo su propio Maestro), que su deber principal como discípulo era familiarizar al público con la verdadera naturaleza de los Maestros de Sabiduría, para contrarrestar la impresión errónea que el público había recibido. Lo logró hasta cierto grado, pero no en la amplitud esperada. A. A. B. se sintió cohibida ante esta tarea por el desprestigio en que había caído el tema debido a las falsas presentaciones de los diferentes introductores y grupos ocultistas, además de las ridículas explicaciones que daban los ignorantes acerca de nuestra identidad. H. P. B., su predecesora, manifestó en ciertas instrucciones enviadas a la sección esotérica de la Sociedad Teosófica, que lamentaba amargamente haber mencionado a los Maestros, dando Sus nombres y Sus funciones. La misma opinión sostuvo A. A. B. Los Maestros, tal como son presentados por la Sociedad Teosófica, tienen una vaga semejanza con la realidad. Ha traído mucho bien este testimonio de Su existencia, pero hicieron gran daño los torpes detalles a veces impartidos. Ellos no son como se Los describe: no dan órdenes a Sus seguidores (o mejor dicho devotos) para hacer esto o aquello o para formar ésta u otra organización; tampoco señalan [i788] a nadie como la encarnación de un personaje de suprema importancia, pues saben muy bien que los discípulos, iniciados y Maestros, son conocidos por su trabajo, sus obras y actos y no por sus palabras, y tienen que demostrar su categoría por el trabajo realizado.

Los Maestros trabajan en muchas organizaciones por medio de Sus discípulos; pero no exigen, por su intermedio, la total obediencia de los miembros de determinada organización, ni excluyen de las enseñanzas a quienes están en desacuerdo con las actividades de la organización o las interpretaciones de sus dirigentes. No son separatistas ni antagonizan con los grupos que trabajan bajo la dirección de distintos discípulos o Maestros. Cualquier organización por la que Ellos se interesen será incluyente y no excluyente. Tampoco promueven cuestiones respecto a las personalidades, apoyando a una y rechazando a otra, simplemente porque las opiniones de un líder sean o no apoyadas. No son personas extravagantes ni mal educadas, tal como las describen los dirigentes mediocres de muchos grupos; tampoco eligen, como discípulos consagrados y trabajadores prominentes, a hombres y mujeres de evidente inferioridad, desde el punto de vista mundano, ocupados en reivindicaciones y en el arte de atraer la [e719] atención sobre sí mismos. El discípulo en probación podrá ser un devoto, pero debe poner el énfasis sobre la purificación y la adquisición de una comprensión inteligente, respecto a la fraternidad y necesidad humana. Para ser un discípulo aceptado, que actúe directamente bajo la dirección de un Maestro y esté activo en el trabajo mundial, ejerciendo una creciente influencia, se requiere polarización mental, desarrollo del corazón y sentido de los verdaderos valores.

Los Maestros presentados al público por algunos movimientos como el "Yo soy", constituyen una tergiversación de la realidad. Los distintos movimientos teosóficos (desde la época de H. P. B.) no han demostrado inteligencia ni buen criterio en la elección de quienes la organización proclama como iniciados o importantes miembros de la Jerarquía.

Habiendo conocido todo lo dicho y observado los malos efectos causados por la enseñanza impartida acerca de los Maestros, A. A. B. extremó sus esfuerzos a fin de presentar la verdadera naturaleza de la Jerarquía, Sus metas y Sus miembros; procuró poner el énfasis -como lo hace la Jerarquía- sobre la humanidad y el servicio prestado al mundo, y no sobre un grupo de instructores, que aunque trascendieron los habituales problemas y experiencias de la personalidad en los tres mundos, están aún en proceso de entrenamiento, preparándose (bajo la dirección de Cristo) para hollar "el Sendero de la Evolución Superior" tal como se lo denomina. El nombre con que nos conocen algunos discípulos en el Tibet, da un indicio de nuestra etapa de realización. Denominan a la Jerarquía la "sociedad de mentes iluminadas [i789] y organizadas" -iluminadas por el amor y la comprensión, por una profunda compasión e inclusividad, por el conocimiento del plan, a fin de captar el propósito, sacrificando su propio progreso inmediato para ayudar a la humanidad. Eso es un Maestro.

[AAB. Discipulado en la Nueva Era I]

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